lunes, 6 de julio de 2015
sábado, 4 de julio de 2015
Tiempos extraños.
29 de junio.
5:50 pm
El día está raro. No suelo escribir
en las tardes desde mi laptop, cuando lo hago, es cuando siento algo o pasa
algo realmente importante y/o interesante y lo hago en medio de todo el ruido,
en medio de toda la gente (que me es y a la que le soy indiferente) en
cualquier papel que me encuentro por ahí y si no encuentro con que escribir, en
una nota del móvil.
Ayer me entregó
una carta. Charlamos un poco y después se fue. No la abrí, hasta horas después,
quería estar sola y en calma, sentía que tenía que dedicarle tiempo y leerla
con atención. El contenido no era nada en especial, cosas cursis que ya me ha
dicho antes y en repetidas ocasiones, pero ésta vez me conmovió. Leí
cuidadosamente palabra por palabra y mientras lo hacía pensaba también cómo es
que decidió escribirme, dónde lo hizo y cosas referentes al pedazo de papel que
tenía en mis manos. Nadie me había escrito una carta de amor antes. Volví a la
lectura y ésta vez me perdí en un acontecimiento de días anteriores. No quiero
escribir sobre eso, pero nadie me había tenido toda esa paciencia, jamás, en su
lugar, hasta yo me hubiese ido. Pero no lo hizo, me siguió, incluso cuando era
mi turno de seguirlo, espero, y volvió a esperar. Nos abrazamos y ahora vino a
verme con una carta de amor. No sé cómo reaccionar en ésta situación: me ama.
¿Es posible? Entré en pánico, mi mente dejó de pensar y me sentía extraña, como
si nunca hubiese pasado por esa situación. Tal vez nunca he pasado por esta
situación y creí que sí, tal vez me da miedo pensar cosas que no son (ni serán)
otra vez. ¿Qué voy a hacer? Lamento recordar el pasado, pero nunca se va a ir,
ahí está y me sirvió. Descubrí que de amor no se muere y de desamor tampoco. Decidí
no pensar, decidí quedarme y también decidí seguir amándolo con la misma
intensidad sin ponerme límites.
jueves, 2 de julio de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)