martes, 13 de mayo de 2014

Abril del 2014.

Memorias del mes y una breve descripción.




Abril fue el mes donde acomodé mis tiempos: dejé el pasado en su lugar. 
Abril fue el mes donde me sentí nerviosa otra vez: besé a un chico.

Abril fue el mes donde empecé una nueva historia.




Marzo del 2014.

Memorias del mes y una breve descripción.






No recuerdo haber tenido un mejor marzo en mis 19 años. Viajé a Monterrey a conocer a unos fotógrafos que admiro desde hace tiempo: Alexandra SophieEduardo Acierno y Jesy Almaguer, con ayuda de mis jefes y Neto. Rubén me regaló una cachorra, a la cual nombré Ellis, en honor a Emily Brönte, la autora de Cumbres Borrascosas, mi libro favorito. 

Marzo se llevó todo de mí. 

Volé encima de las nubes. Regreso a casa.


Alexandra Sophie

Jesy Almaguer.



lunes, 12 de mayo de 2014

Febrero del 2014.

Memorias del mes y 2 textos; uno del 4 de febrero, a las 7:22 horasun fragmento de Berenisé, autobiografía



Tengo un nuevo lugar favorito en Mazatlán. Lo encontré 2 días atrás, gracias a un Arturo. Tengo que ascender por un lado y descender por otro, es cansado, pero no importa, porque aquí me siento a salvo. A salvo de la ciudad que está a mis espaldas, a salvo de las cosas que no tienen sentido y me atormentan y a salvo de las personas, en especial de las que pueden hacerme daño.




No es que sea un lugar exclusivo, o que sólo yo conozca pero, aquí no pasa mucha gente. Aquí se puede llorar o reír, o hacer el amor sin que nadie repare en ello. O tal vez si. Aquí sólo hay mar abierto. Aquí sólo veo agua y alrededor mío sólo naturaleza. Aquí se respira a sueños rotos, a secretos, a corazones oprimidos, a tristeza, a besos largos y apasionados. Aquí se respira a amor, pero, sobre todo, se respira a muerte. En los árboles a mi alrededor hay grabados con plumón "cristo te ama" por todos lados. Tal vez por alguna buena persona que decidió dejarle el mensaje a los suicidas y hacerlos recapacitar. Tal vez ese "cristo te ama" salvó alguna vida, alguna vez. 

A mí de esto no me salva nadie









BERENISÉ.

Para todas las voces en mi cabeza: 

Estoy decidiendo cómo empezar esto. Volteo a mi derecha y la hoja del registro indica que es el 20 de febrero del 2014. Estoy en mi trabajo, Helarte Sano lleva por nombre, sirvo helados y esas cosas. El reloj de mi celular marca las 17:21. Él vendrá por mí a las veintiuno, mi hora de salida. Hablaremos de lo que  sucedió ayer, hoy por la madrugada, más bien. Él es bueno conmigo, es el amor de mi vida. No estoy segura si empezar con esa historia (bastante larga por cierto). Creo que luego, todo a su tiempo. No sé si la razón por la que estoy relatando esto esté ya clara. Antes de continuar, con cualquier otra historia que vaya a continuar, creo que debo aclarar el punto de por qué la dedicatoria no es para mis padres (las personas más importantes en mi vida), o cualquier otra persona relevante para mí. La razón es que ésta es una historia que será leída cuando yo esté muerta, espero lo hayan notado. Mi suicidio es mío, y no se lo quiero dedicar a nadie.

domingo, 11 de mayo de 2014

Enero del 2014

Memorias del mes y un texto del 22 de enero, a las 22:16 horas. 





Acabo de llegar de mi jornada laboral. Estoy en la azotea de una casa ajena. Está en un tercer piso. Hace menos de quince minutos casi me aviento. Decidí venir a escribir esto. Escribir, escribir, escribir. Parece que tengo la "valentía" suficiente sólo para escribir.


Está claro que me siento pésimo. Siento el pecho apretado, no puedo llorar. Creo que es porque no quiero. ¿Para qué? Estoy seca. No vale la pena, nunca arreglo nada. Nunca me siento mejor. Debí haberme tomado todas esas pastillas. Hubiera saltado.

"Debería", "hubiera", "quisiera", pero nada hago. Es por eso que ya no molesto a las personas con lo mal que me siento, y digo que estoy bien y sonrío a todas ellas, sonrío, a veces, hasta a mí misma. Para creérmela. Si todos me creen, tal vez podría funcionar en mí también.

Las últimas semanas, tal vez los últimos dos meses, me he despertado diciéndome "sigo viva". Pero no lo digo con gusto. Es en lo primero que pienso y llevó ese pensamiento conmigo todo el día. Hay una vocecita interior, tal vez mi conciencia, que todo el día está recordándome "sigo viva". Como si quisiera estarlo. Me siento horriblemente mal pensando que sigo viva. No quiero. ¿Para qué? Me duele. Me duele todo. Me duele la tristeza. ¿Por qué estoy tan triste? ¿Por qué soy tan triste? Creo que lo único que me detiene al momento en el que estoy a punto de suicidarme, es el pensar en mi madre, y el dolor que pueda causarle. Mi madre ya tiene suficientes preocupaciones por mi parte, como para que ahora se me ocurra morirme y dejarla aquí, sola. No soy tan egoísta, para mí sería un alivio irme ya. Pero mi madre.


Tengo la cabeza toda revuelta, quiero hablar de todo y de nada. Estoy harta. Estoy cansada.


Estoy. Parece que es lo que cuenta.