lunes, 18 de mayo de 2020

¿Era esto el amor?

DIARIO









Abril 8, 2020.

Las primeras dos páginas de esta libreta las arranqué porque tenía tu letra y los planes que hicimos juntos. No quiero saber nada de ti y me duele. Hubiese preferido que las cosas sucedieran diferente.

Es verdad cuando digo que no te recuerdo. Me quitaste tanto, que incluso los buenos momentos (que sé que los hubo pero no se me viene ninguno a la mente) se esfumaron. Quizá es porque ya he pasado por esto antes y mi mente sabe que no debo pensarte para no tener una recaída. Quizá es porque todo lo que te tuve que llorar lo hice en todo el transcurrir de la relación.

No me pesa perder a alguien como tú porque me regresaste las ganas de querer matarme,
(1er flashback: yo en la cúspide de un breakdown queriéndome ir de tu casa, llorando y gritando. Tú abrazándome contra mi voluntad diciendo yo te voy a cuidar. Nunca necesité que me cuides, necesitaba que me soltaras)
me pesó perderme a mí para poder estar contigo
(“si vas a bailar, no quiero estar contigo”
“¿así vas a salir? Se te ve todo, luego no te quejes si te acosan”
“no te me acerques, me marea tu perfume”
“me gustas más sin maquillaje”
“¿por qué te arreglas tanto? ¿a quién vas a ver?”).

Nunca te oculté nada, siempre fuiste consciente de cómo y cuándo me lastimabas y aun así optabas por repetirlo. Era hasta entonces que te disculpabas y me expresabas tu amor (¿era esto el amor?).
Aun así, te defiendo. Acepto la responsabilidad de no poder alejarme de ti y permitir que me lastimaras a tal grado. Pero no te eximo de culpa.

            El día que terminamos no pude parar de sonreír. Antes de quitarme la propia venda de los ojos y ser consciente del daño que me infligía estar contigo tenía mucho miedo, porque las veces que lo lograba exteriorizar siempre terminaba accediendo a no terminar la relación y a aceptar esperar el cambio en tu persona (que nunca llegó), y terminaba pasando nada.
Agosto del 2019: ­­ - No quiero más esto para mí.
- Te prometo que iré a terapia.
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Enero
Febrero.
Nunca fuiste.
            Una vez que sucedió y no me movieron tus lágrimas, ni me convencieron tus vacías promesas, sentí un poder en mí que yo sabía que tenía pero lo daba por perdido. Me sentí fuerte.

            Días después, yo tranquila y tú culposo, te vi por última vez para darte tus cosas. Parecía que te aprendiste una lista de razones para volver y me mencionaste a modo de reclamo: yo estoy convencido de que el amor lo puede todo. Yo también, te respondí y no pude articular más palabra (¿era esto el amor?). Y procediste a quererme culpar por no regresar contigo.
           
            Es verdad cuando digo que no te recuerdo. Pero ayer que hablé con una amiga y le contaba que recién me mudé, recordé que en vez de estar aquí, estaría viviendo contigo y que ya les habíamos dicho a nuestros padres que nos casaríamos
“nunca había querido tanto a alguien”
“nunca había disfrutado tanto del sexo”
No se me olvida el día de comer sandía.

            Me sentí extraña. Extraña de ti. Extraña de mí. Te sentí lejos. Me cuestioné si eras real, si fuimos reales. No lloré. No he llorado. Me alcoholicé tres veces. Perdí la consciencia.
            Empecé a sentir tu ausencia y me alarmé. Me permití sentirla y pensé que iba a dolerme pero todo siguió normal, así era siempre, estabas sin estar. Me pregunté entonces cuál era la diferencia de estar contigo a estar sin ti, sentí el bulto de una cobija a un lado y parecía que nada había cambiado. Se me olvidó pronto. Te me olvidaste pronto.

            Es verdad cuando digo que no te recuerdo. Pero cuando lo hago, sonrío y espero que estés bien.
Eramos amigos.

(¿Era esto el amor?
 Y bien sí, era eso.)




¿Era esto el amor? del monólogo del poeta con su muerte por Enrique Lihn leído en Diciembre 2 del 2018 en la biblioteca pública del estado de Jalisco.
             

Abril del 2020.

DIARIO









Memorias del mes.


jueves, 7 de mayo de 2020

CDMX.

DIARIO









Memorias del viaje a CDMX el pasado febrero donde por primera vez fui a Zona Maco y vi en vivo obras de James Turrell.

Detalles en Bellas Artes.




-

Rafa en La Casa de los Azulejos.



-

Tacos Los Callejeros.

-



Juanpe.

Gerardo.


-

Parte de la exposición escuchar es voluntad en el Ex-Teresa.


-


-


Atardecer desde la terraza del café de la gran ciudad en la Torre Latinoamericana.

-

miércoles, 6 de mayo de 2020

Y a pesar de todo eso...


DIARIO


Febrero 11, 2020.

Tantos meses sin escribir cómo me siento pensando que lo olvidaría, como todas las cosas. Aún con el bolígrafo en la mano y el texto ya iniciado me niego a hacerlo.

            Ayer recordé que cuando regresamos el verano pasado, iba a iniciar una especie de diario escribiendo lo bien y lo mal que me hace tu presencia, según fuera el caso. Dudé tanto de hacerlo y me sentí tan capaz y valiente de dejar todo cuando me volvieses a rebajar a nada, o tuvieras celos o se metiera una tercera persona en la relación porque así lo permitiste, que al final no hice nada. Y ahora estoy aquí recién levantada, con problemas para comer, dolor de cabeza y llorando porque otra vez soy consciente del valor que no me estoy dando por estar contigo.

            Cada vez que discutimos algo me doy cuenta del poder de la palabra dicha sobre la pensada, pues tiendo a exteriorizar todo lo que pienso respecto a alguna situación, y duele más de lo que lo hacía en mi mente. Ayer sólo pregunté si quisieras ir con mi familia a una cena, suceso de una vez al año o par de años, y surgió una discusión por eso. Por mi familia. No querías ir. Y yo te dije que el amor, para mí, iba más allá de muchas cosas. Yo acababa de salir de tu casa, de platicar con tu madre aunque estuviese yo cansada y con sueño, que siempre recordaba sus cumpleaños (o intentaba hacerlo), estaba presente a todos los eventos que era invitada, y no a manera de reclamo (o quizá me estaba reprochando a mí misma), si no haciendo visible que todo por lo que mostrabas algún interés, o tenía cierto grado de relevancia para ti, me hacía crear interés en ello, por el sólo hecho de querer estar cerca de ti, y más allá del sólo hecho de la cercanía, para ver el brillo de tus ojos y los ademanes de tus manos cuando algo te emociona o te hace genuinamente feliz. El hecho de que no notaras eso en mí, me hace sentir nada. Después de eso, me fui a mi casa llorando con esa sensación ritualística del adiós, con un trayecto largo. Mientras más avanzaba el tren, se calmaban más mis lágrimas y mi sentir, y me sentía liberada de estar lejos de ti. A pesar de sentirme extraña de llegar a casa sola, todo estuvo bien, pues me ocupé de algunas cosas pendientes hasta que fue la hora de dejar la casa para ir a la escuela y después volver a verte.

            Como si nada hubiese pasado, otra vez, llegaste a besarme y abrazarme y yo no sabía qué hacer, si hablar de lo que pasó antes y cómo me sentía al respecto o ahorrarme lo desgastante que sería expresar mi sentir. Opté por lo segundo, pues el cansancio que tenía sentía que me hacía arrastrar los pies y tensaba mi cuerpo. A pesar de lo incómodo que fue al principio, en el transcurrir del día el ambiente se hacía más amigable, hasta que llegó la hora de volver a casa.

            Todo estaba bien hasta que me violentaste con tus celos. Estábamos abrazados y me empezaste a oler el cabello repetidas ocasiones hasta que por fin decidiste empezar con tus cuestionamientos: ¿Por qué hueles a cigarro? ¿Andabas de cabroncita? ¿Con quién te fuiste? ¿A dónde fuiste después de mi casa? ¿Con quién estabas? ¿Por qué no me quieres decir? Y a pesar de contestar: a ningún lado, con nadie; no sé por qué huelo a cigarro, me hiciste girar mi cabeza hacia la tuya para que te lo dijera a los ojos. Hasta que pasó todo, noté lo que estaba sucediendo y nuevamente me molesté por permitir aquello. Nos quedamos acostados sin hablar unos segundos y otra vez te acercaste. Empezamos a besarnos y a hacer el amor. Ambos nos aferramos el uno al otro, nos besamos, nos miramos, nos dijimos te amo, pero cuando pedí otra posición no fui escuchada y quise parar. Recordé las muchas veces que trasgredes mi cuerpo contra mi voluntad y sentí asco y rabia. A pesar incluso de eso, al poco rato lo intentamos una vez más, unos minutos más para que terminaras, y al preguntarte si había alguna forma de conseguir un “juguete” te sentiste agredido y empezaste a cuestionarme cosas nuevamente: ¿ya no te gusto? ¿ya no te “lleno”? y en esta ocasión no hiciste tu comentario final: de seguro vas a irte con otro cabrón.

            Llegó tu familia a casa y salimos a cenar, después quise descansar mientras jugaba en el teléfono acostada y me metí a tu cama. Llegaste detrás de mí y claramente en tono de broma te pregunté ¿qué haces aquí?, te molestaste y te paraste para irte. Yo te grité “no, no, no” “te quiero mostrar algo” y, como si no hubiese emitido ningún sonido, te fuiste sin voltear. Completamente ignorada, me quedé unos minutos (creo que pasó una hora) despierta para ver si tú también estabas bromeando y volvías. Y lo único que conseguí fue dormirme y despertarme sola.

            Y a pesar de todo eso, aquí estoy aún, en tu espacio, con tu suéter puesto, cuestionándome si está bien estar aquí, estar contigo.

Febrero del 2020.

DIARIO









Memorias del mes.
Y pedacitos de la Casa González Luna por Luis Barragán.

Nohm-cha.

-

Oso.


-

Casa González Luna por Luis Barragán.







-