jueves, 24 de septiembre de 2015

El trip que me pegué con la mota de Gilberto.




Harán una o dos semanas de que pasó esto. Gilberto llegó a la casa porque tenía asuntos acá, y trajo con él un tubito de mm's con marihuana adentro. Lo sacó y dijo "mira lo que les traje", juro que se me antojaron los chocolates, pero cuando vi el contenido no hice otra cosa más que reírme.
Salí de casa y cuando volví ya estaban los churros hechos. Fumamos. Todo estaba completamente normal y sabía como la última vez que había probado. 2 churros de 4 o 5 centímetros para 3 personas. Terminamos y me quedé conversando un poco, después de un rato, me fui a bañar. Estaba pensando en todo lo que tenía que hacer, al día siguiente tenía clase y estaba muy cansada, así que sólo pensé en cenar, hacer tarea y dormir. Tenía rato en el baño y el tiempo transcurría normal, había estado lloviendo y el clima estaba frío, sólo disfrutaba de mi ducha de agua tibia. Fue hasta después de varios minutos que me puse shampoo y este me cayó en los ojos. Los froté con mis manos, para que me dejaran de arder y poder abrirlos.
Abrí mis ojos y desde ese momento mi tiempo real se deformó, la droga empezó a hacer efecto y aún no lo sabía.
Me asombré de que mientras frotaba mis ojos, según yo, el agua de la regadera me caía de frente y cuando los abrí, el agua caía sobre mi espalda. Intenté tomarlo con calma. De nuevo cerré los ojos y estaba del otro lado, entonces mi asombro se convirtió en susto.
Fue una de las peores experiencias que he tenido con drogas.

No me gusta drogarme con gente extraña porque no sé cómo voy reaccionar. No me asusta el hecho de hacer estupideces, me asusta el hecho de hacer barbaridades. Fue hasta después de pasados los efectos que recordé por qué no debo drogarme sola. Los pensamientos se tornaron en las peores pesadillas.
Intenté salir del baño, un minuto de tiempo real se sentía como una hora con la droga dentro. Me desenjaboné de la manera más rápida que pude hacerlo. Sentí balancearme, tenía miedo de caer, me sostuve de una de las paredes. Por fin, después de muchísimo tiempo para mí, logré salir de la regadera. Me cambié como pude y me dirigí a la habitación. Estaban charlando en la otra cama, me acosté en la mía e intenté no moverme. Cerré los ojos, las pesadillas desaparecieron, sentía que estaba en una hamaca y entonces, relajada y con una sonrisa volví a abrirlos otra vez: estaba en mi cama. Me asusté otra vez, cerré los ojos, como si eso hiciera que desaparecieran los problemas, y las pesadillas volvieron, pensé en mil y una maneras de matarme. Lo más cerca a mi alcance era aventarme por la ventana, estaba a punto de moverme cuando me preguntaron algo. Abrí los ojos. Recordé que estaba con más personas y me sentí aliviada. A veces suelo pensar (equívocamente) que cuando yo no puedo salvarme a mí misma, alguien más puede. Sé que tuve interacción con las personas, pero no recuerdo qué dije, intenté moverme. Tomé mi celular y le escribí a mi novio, diciéndole que no me sentía bien, me percaté de ver la hora: 22:02 horas. Cada vez que presionaba alguna tecla sentía como si mis dedos traspasaran la pantalla, como si tocara directamente las letras. Se sentía agradable, duré mucho tiempo escribiendo una palabra, me desesperaba el hecho de hacer las cosas tan lento cuando, no sé por qué, tenía prisa. Creo que hablamos de que me calmara y lo hice, siempre lo hago cuando se trata de él, siempre me tranquiliza y me hace sentir en paz. Cerré los ojos y otra vez me mecía, pero esta vez resultaba agradable. Sonreí. Me quedé así por varios minutos (tiempo real) y me imaginé en la playa. Las personas que estaban detrás de mí hicieron mucho ruido y me hicieron volver a la realidad, me asusté otra vez y tuve una lucha constante entre pasarla bien y mal hasta que me quedé dormida. No supe a qué hora pasó.
Podría resumir todo como un 50-50. 50% de mí sabía que era el efecto de la marihuana lo que me hacía sentir así y lo disfrutaba, el otro 50% lo olvidaba y era cuando entraba en pánico y sentía estar loca con ganas de matarme. Creo que lo más impactante fue lo segundo y por eso lo calificaría como una malísima experiencia.
Mi tiempo real entre los efectos de la droga y dormir fue aproximadamente de 20 a 30 minutos, el tiempo que yo sentí fue de más de 3 horas. No hice nada de lo que tenía planeado hacer, pero dormí como un bebé. No puse el despertador para el día siguiente pero me desperté a tiempo para ir a la escuela y alcancé a terminar mi tarea en el camino. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Agosto del 2015.







Memorias del mes + textos.



Día uno. 12:49 pm
Ojalá el avión se pudiera detener en el aire y pudiéramos tocar las nubes.
Es un día nublado y no veo más que nubes, es como si estuviera flotando en humo. El ruido me molesta, no me deja pensar y tampoco escribir. He querido escribir tantas cosas que al final termino olvidando, tal vez si no las decido escribir y no las recuerdo no eran tan importantes. Yo siento que si, intento recordar cosas que me hicieron sentir feliz. Siento un hueco dentro de mi, no sé donde está, si en el corazón, el estómago o la cabeza, le llamaré dentro de mi ser, en mi alma, eso que es lo más importante y nadie sabe dónde está. Me faltan mis olvidos, los quiero, ¿por qué se van? Todo llega y desaparece muy rápido. ¿Por qué no pasará más lento el tiempo? Enemigo de la vida. A veces le detesto.









2 de agosto del 2015.

Escribo en todas partes y nunca encuentro las hojas después.

Estoy en una habitación a 33° centígrados con una cámara del lado derecho. Del lado izquierdo una ventana por donde entra la luz del sol (dominante en este día), una televisión con películas, de las cuales sólo reconozco Amélie y documentales de Discovey Channel, y otras tantas boberías que me son ajenas.

Intento hacer algo pero no puedo, lo que sea, algo distrayente, algo que no me haga pensar que quiero morirme. Mis periodos de depresión están llegando a mí. Me siento triste y no tengo ningún motivo, todo va bien e incluso por el camino que quiero. La vida me confunde…
Quisiera escribir tantas cosas, pero estoy bloqueada.
Espero no hacerme daño. 



4 de agosto del 2015.

Está lloviendo. A mis espaldas cuchicheos de cosas que me son indiferentes, planes en los que no estoy (ni quiero) estar involucrada.

Tengo 21 años y con mis ganas de suicidarme me siento de... 

La lluvia me gusta, siempre me hace recordar cosas, sólo que esta vez no recuerdo nada, como si no existiera, como si sólo estuviera yo con mi presente y no hubiese recolectado ninguna experiencia. Que llueva hasta que recuerde algo. Entonces nunca parará de llover.



10 de agosto del 2015.
14:06.

Tengo ganas de encontrármelo en la calle, gritarle "Dante" y que venga corriendo hacia mí. Qué triste llegar a esa casa y no verlo.












Otra vez está gritando. Me quedo paralizada, me da terror. Recuerdo el pasado, cuando se enojaba, gritaba (como lo está haciendo en este momento) y golpeaba a mi madre.

No sé si ya le perdone a mi padre todos los traumas que me causó y el horrible sentimiento de querer matarme cuando está cerca. 


Podría escribir mil cosas sobre ti, pero sé que no tendría caso. 
Terminamos ayer pero estabas ausente desde mucho tiempo atrás. Después de todo, no será difícil olvidarte.