jueves, 26 de enero de 2017

To be happy. To love. To let it go.

El tiempo no sana pero te ayuda en el proceso. Mis procesos para pasar la página de cualquier relación suelen ser largos y complicados. Nunca hablé de esto antes porque no podía hacerlo sin sentir toda esa angustia y tanto dolor. Sí, voy a hablar de última relación:

Las razones por las cuales la relación terminó son complicadas y para algunas personas difíciles de entender. Él no tuvo la culpa y yo no tuve la culpa. Tampoco fue por falta de amor. ¿Cómo le llamo? ¿Destino? ¿Vida? Aún no tengo claro porqué se terminó cuando nos amábamos tanto pero es lo que menos importa. Está hecho, aunque no puedo negar que en el pasado me atormentó esa incógnita por mucho tiempo. Intentamos después rescatar la relación, pero cuando no es para ti, ¿qué puedes hacer? Tampoco la situación fue muy adecuada, en fin.

Fue mi segundo novio formal y fue la mejor relación que he tenido hasta hoy. Creo que las personas que estuvieron cerca de nosotros se dieron cuenta de cómo nos quisimos y todo lo bonito que nos la pasamos juntos. Fue la primera (y única) persona que le presenté a mi familia y aprendí tantas cosas y crecí tanto con y después de él.

Para empezar, me di cuenta que te puedes volver a enamorar de alguien. Que existe todo lo que un día pensaste que era el amor. Que el amor puede ser recíproco (¡y se siente tan bien!). Que hay personas que te quieren por encima de todos tus problemas y aunque seas un desastre. Que el amor se expresa con palabras pero más con acciones. Descubrí que si me gusta que regalen flores. Que hay personas que te quieren tanto que no existe la distancia.


Gracias por subir las escaleras para darle de comer a mi Ellis cuando yo no podía. Por cambiarme y cuidarme cuando estaba borracha. Por comprarme comida y cositas aunque te quedarás sin dinero. Por consolarme cuando estaba triste y arrullarme con tu guitarra hasta quedarme dormida. Por subirme el autoestima. Por todos los esfuerzos y sacrificios que hiciste para ir hasta el lugar en donde estaba, sin importar el estado de la república que fuese. Por hacerme ver la importancia de la familia. Por alentarme siempre a hacer las cosas y cumplir mis sueños. Por apoyarme tanto y toda tu tolerancia, paciencia y comprensión hacia mí, incluso cuando yo no la tenía. No tengo nada negativo que decir acerca de ti.


Si no estamos juntos ahora, es porque ya pasó nuestro tiempo e increíblemente tengo el presentimiento de que hay por ahí algo mejor que esto. Porque nadie puede retroceder ni conformarse con cualquier persona después de haber vivido algo así.

No tengo nada que reclamarte (excepto que me hayas terminado por teléfono, pinche morro, te quiero mucho).


-


Finalmente tuve lo que quise y decidí irme. Después de todo el tiempo que pasó y todo lo que dijimos, finalmente regresó.

Le dije cordialmente que no podía hablar más con él (después de un rato de frecuentarnos más de lo normal, después de una o dos semanas de estar hablando todo el día, todos los días) porque en mis días sensibles los recuerdos me hacían malinterpretar las cosas y no quería pensar mal. Se enojó. Se enojó y siempre que se enoja sale con su escupidero de todo lo que hice mal en el pasado y, ¿por qué no? De todo lo que él hizo mal o dejó de hacer “por mi culpa”. Me puse a llorar, naturalmente. Me puse a llorar y me sentí nada, me hizo polvo en segundos. Lo noté y me enojé también. ¿Por qué otra vez me estaba sintiendo mal por él? Maldito seas mil veces. Empecé a reclamar cosas también. No sé qué más pasó, pero se enojó porque yo quería dejarle de hablar, y le importaba tanto porque me quería. Yo, atónita. Seguido de eso, comencé a escuchar un montón de palabras que en el pasado mataba por escuchar, y me había hecho a la idea, con el tiempo y después de tanto llorar, que no las escucharía jamás. No sabía que sentir. Estaba feliz. ¿Estaba feliz?


-


(Dijiste tantas veces que no querías hacerme daño, que no jugarías conmigo y de la manera más altanera me sigues repitiendo que no me hiciste nada. Bueno, déjame explicarte algo, acostarte conmigo y decirme que me querías para un rato suena como una forma de juego, besarme y derivados sabiendo cuanto y como te quiero es también matarme poquito. Es verdad que no hiciste nada sin mi pleno consentimiento pero, ¿cómo le niegas algo a alguien que quieres tanto? ¿Cómo? teniéndolo tan cerca, ¿cómo? si te está tocando, si lo estás viendo, si te está bajando todo el cielo entero otra vez. Resulta una tarea difícil. Resulta, a veces, imposible).


-


Después de todo lo ocurrido, decidí no estar con alguien que me ofrezca menos de lo que tú me diste y tanto insististe, hasta que te creí, que es lo que me merezco. “Eso y más, princesa”. ¿Cómo puedes no ser la persona más feliz cuando la persona que más quieres te mira a los ojos diciéndote que te ama y que “eso y más te mereces”? ¿Más? ¿Hay más? ¿Qué tanto más puedo recibir? ¿Qué tanto más puedo dar? ¿Qué tanto más puedo sentir? ¿Qué tanto más puedo amar?

Pasaron algunos meses después de que te fuiste, para que yo decidiera salir con alguien. Nadie logró satisfacerme por completo (y dudo que yo haya resultado interesante para ellos porque mi desinterés se notaba aunque me esforzara por esconderlo). Siempre tú. Siempre pensando en ti. Decidí entonces no buscar más y estar en paz conmigo misma.

Tranquilamente por mi cuenta y, podría decir que, ya feliz, volviste. Hijo de puta. No dijiste mucho para que me volviera a sentir la mujer más especial y feliz sobre la tierra. Me convenciste tan rápido y estuviste insistiendo tanto, que pasaron sólo unos días para que hiciera caso a tu llamado: ven. Y ahí estábamos, juntos otra vez. No pasó ni un día para que comenzara a sentirme mal. ¿Por qué me siento mal? El amor te debe hacer sentir bien, te debe hacer feliz. ¿Por qué? Empezaron los cuestionamientos por ambos lados y todo concluía conmigo llorando. Siempre que lloro  quiero estar sola y en casa. Se lo dije y me convenció de que estaba bien quedarme, de que estaba bien conformarme con lo poco que me ofrecía. Con cada desdén no hacía sino cuestionarme nuevamente si estaba tomando la decisión correcta. Lloraba. Intenté llorar en secreto y no pude. Lloré un día completo. Lloré hasta tener la boca seca, los ojos hinchados y hasta quedarme dormida. Me di cuenta de lo miserable que me sentía y quería matarlo. Sentí rabia de haberme puesto tan mal nuevamente por su causa y de qué él (y su hermana que me odia) estuviera presenciando el acto tan tranquilo, como si estuviese en una sala de cine disfrutando la función.

Antes no me hacías llorar por nada. Antes sólo me hacías feliz. ¿Por qué estaba llorando? Me estabas dando menos de lo que tú me hiciste creer que merezco y, después de tanto pensar en la situación, llegué a la conclusión de que conformarme con alguien que no merezco, alguien que no necesito, aplica en ti también.

Quiero que entiendas algo: el problema no es que tengas que partir en el futuro para cumplir tus sueños, el problema es que no me hiciste sentir que valiera la pena quedarme, fuese el tiempo que fuese. El problema (para mí), y la respuesta a todas mis preguntas, radica sencillamente en que ya no me amas, aunque te esfuerces en hacerlo.


Y aunque, según tú, no hayas hecho nada mal, no puedo evitar llorar ni maldecirte (ni odiarte poquito a veces), porque duele. Duele que te ame tanto, y no porque no me ames con la misma intensidad que yo lo hago, sino porque sé que solías hacerlo.


-


No sé cuáles fueron tus intenciones y la verdad es que no quiero investigarlas. Prefiero quedarme con la imagen de alguien que siempre me juró que jamás me haría daño y me hacía tanto bien. Si fue alguna clase de venganza, espero y te sirva de algo que estoy hecha mierda (otra vez) y que te quiero mucho, espero que eso te haga sentir bien. 

Te quiero. Te quiero libre y te quiero feliz, siempre te quise así y no será diferente ahora. Ojalá tus sueños sean planes y los cumplas triunfante. Ojalá que seas muy, muy feliz.






Yours truly,
Berenice.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario