martes, 15 de marzo de 2016

Más.








Una tarde muy bonita con estas niñas muy bonitas. 


-

Estás perdida y ni siquiera te das cuenta hasta que te detienes a observar tu entorno y lo encuentras hermoso. Pensé que ya no querría tomar mi cámara otra vez y de repente estoy caminando por las calles más bonitas y más tranquilas de mi ciudad natal con la mejor compañía. La inercia y la monotonía a veces son buenas:
Le doy un bocado a la comida que me preparó mi madre y lo disfruto como si nunca antes hubiese comido nada.
Voy a mi clase de natación y me sumerjo en mis ratos libres sólo para ver las burbujas que se forman en la superficie desde lo profundo de la piscina.
Salgo a tomar un café con mis amigas y las veo bonitas, las veo fuertes y mientras me cuentan sus penas quisiera que se vieran de la manera en que yo las veo, para que se den cuenta de todo lo que son y que se merecen todo.
Escalo el faro a las 17 horas y ¿qué puedo decir de esto? La vista me deja atónita. 
Acaricio la cabeza de Lolis (la perra de la casa) al llegar mientras cierra los ojos y mueve la colita. 
Voy a casa de mis tíos y veo a Abraham contarme alguna historia mientras sonríe y sus ojos brillan. 

Y recuerdo que, después de todo lo que ha pasado, estos son los momentos que valen la pena y por los que uno se levanta y se queda. Más plena, más viva, más fuerte.


-









No hay comentarios.:

Publicar un comentario