domingo, 7 de mayo de 2017

Self-portrait.






Autorretratos.
Abril del 2017.

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Las siguientes dos fotos de abajo las tomé en una calle del centro de Zapopan. Las demás en la azotea de mi departamento. Aquí una historia chiquita:

Mi plan era tomar todos los autorretratos en Zapopan. Salí de mi casa aproximadamente a las 17:30, iba sola, con mi equipo fotográfico, y decidí ir hacia allá. Hice poco más de media hora de camino. Me bajé justo a un lado de catedral y empecé a caminar por las calles, explorando el lugar y buscando algún spot lindo (y solo). Encontré una casa con una puerta de madera muy linda (la que está en la foto de abajo, en la parte izquierda) y empecé a sacar mi tripié y montar mi cámara. La calle se encontraba sola, pero de repente empezó a fluir la gente y me sentí muy incómoda, en especial por los hombres que pasaban cerca y susurraban cosas que no lograba entender. Empecé a sentir el acoso y la desconfianza se empezó a apoderar de mí, junto con la paranoia de estar pensando que tal vez podía pasar alguien que se llevase mi equipo. Intenté calmarme, pensando que no podía parar por esas cosas. Y cuando me calmé un poco, hice otra toma (la de abajo, en la parte derecha). En el centro de Zapopan hay muchas calles cerradas por la construcción de la línea 3 del tren ligero, tal vez por la hora, los trabajadores terminaban su jornada laboral, y entonces empezó el flujo de personas, otra vez, pero aún mayor. Guardé mis cosas (porque sí, me ganó la paranoia; nótese lo incómoda que me encuentro en ambas tomas) y empecé a caminar, di la vuelta a la calle y me encontré con un tipo que me hizo sonidos como si fuese un perro y empezó a decir no sé qué cosas que "podía hacer con mi cuerpo". Me enojé, le respondí "vete a la verga" y seguí caminando. Volteé hacia atrás a los segundos y el tipo me estaba siguiendo. Empecé a correr y empezó a correr. No sé qué tanto decía, pero alcancé a escuchar "¿crees que te me vas a escapar?" o algo así. Di la vuelta en no sé que calle y llegué a catedral, había unos quince años y me metí. Intenté calmarme. Volteé a la entrada y el tipo estaba ahí, supongo que esperando a que saliese. Empecé a llorar, no sé si del miedo o del coraje, o por ambas razones. Se quedó más de diez minutos en la puerta, y en una de las veces que volteaba, creo haber visto que me aventaba un beso. Cuando vi que finalmente se había ido, me esperé unos minutos más y salí directo a la parada de camión para regresar a casa. De camino a la parada, escuché otras cosas más de otros hombres y yo estaba llorando histérica. Al último le grité "yaaa" y la gente me volteó a ver. Cuando estuve camino a casa,  respiré aliviada. Mi novio me llamó para preguntarme cómo me encontraba (porque le dije lo que estaba pasando cuando estaba adentro de la iglesia) y después mi roomie me llamó para preguntarme si podía sacar a pasear a mi perrita Kelsey. Mi mente empezó a despejarse y yo empecé a tranquilizarme. Duré más tiempo de camino, que el tiempo que duré en Zapopan.

Llegué a casa, y en el camino (de aproximadamente 45 minutos) me calmé por completo y aún había sol, así que decidí subir al techo para hacer lo mío (nunca me arreglo "tanto" y de verdad tenía muchas, muchas ganas de tomar fotos).


Fin.


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No soy la mujer más guapa ni más bonita sobre la tierra, pero soy mujer. El simple hecho de serlo me vuelve vulnerable todos los días en la calle. Me encuentro muy cansada. Cansada de salir cuando hay luz y cuidarme, de salir cuando no la hay y cuidarme más. De vivir con paranoia. De no poder usar cómodamente faldas y vestidos. De pasar por un grupo de hombres y escuchar frases que me alteran los nervios. Estoy cansada, no, estoy hasta la puta madre de vivir con miedo.

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