lunes, 16 de julio de 2018

Caminos.

DIARIO


Mayo 21 del 2018.

Aún no sale el sol y Diego y Helena (su perrita) me llevaron a la parada de camión para que pudiera regresar a casa. Ayer fuimos al parque los 4: Diego y su perrita, Phani y yo, estuvimos en los trampolines y tomando un par de fotos. Phani y Diego son roomies, pero Phani está a punto de mudarse. Diego vive en algún lugar llamado La Gotera, que está a las afueras de Guadalajara y yo tuve que levantarme temprano para poder volver a casa a tiempo. Ayer también, camino a La Gotera para comer pizza y jugar basta, observé un descenso visual de luces mientras nos alejábamos cada vez más de la ciudad. En uno de los instantes de silencio, sólo me concentré en el recorrido mismo, mientras Helena descansaba en mí. Empecé a pensar en lo fugaz de los caminos y lo omitidos que los tengo en mi memoria por el inconscientemente poco valor que les otorgo en la vida cotidiana. Me puse un poco nostálgica porque empecé a recordar algunos antiguos monótonos del pasado: el cansado camino después del trabajo del centro de Mazatlán a la casa de mis padres, el recorrido de la casa de mis padres a la playa, las caminatas del departamento en el centro de León atravesando el largo puente para llegar a la antigua escuela de foto, el tiempo que hacía de mi primera casa en Guadalajara para llegar a la actual escuela de Artes, el recorrido que hacía en diferentes medios de transporte para poder llegar a los destinos con las personas que quise y quiero. Me estremecí. Helena lamió mi pierna y me concentré en Phani y Diego. Tal vez, en el futuro, Phani extrañe el camino que la lleva a casa de Diego y Diego extrañe el camino con Phani.

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